25 de enero de 2013

PAREJA Y ESTRÉS


PAREJA Y ESTRÉS


Los problemas del trabajo, de salud, familiares, los problemas financieros, la vida rutinaria, etc. Nos provocan tensión, ansiedad, inseguridad al no tener certeza de que los resolveremos. Sentimos que no tenemos el control sobre la situación y que se nos va de la mano. Son demasiados asuntos que resolver al mismo tiempo y todos son importantes. El estrés se apodera de nosotros impidiéndonos ser objetivos y erróneamente hacemos de nuestra pareja el blanco de nuestra frustración.
El estrés nos hace perder el control y las formas; la educación y el buen trato; el respeto y la tolerancia y nuestra pareja no es culpable. Pero depositamos en ella nuestro mal humor y con él las palabras hirientes, los malos tratos, las groserías y faltas de respeto.

11 de enero de 2013

Estudio, escuela, y tareas con los hijos: ¿como motivarlos?




En esta página vamos a abordar sin duda uno de los temas que más preocupa a los padres.
Expresiones como “no tiene interés”, “le da todo igual”, “es una batalla diaria comenzar a hacer los deberes con él”, “se distrae constantemente”, “se olvida de apuntar los deberes”, etc, son quejas habituales de los padres interesados en conocer qué tienen que hacer para mejorar esta situación.
Probablemente no haya una respuesta única sino que tendremos tantas soluciones como niños haya, ya que cada uno de ellos presentará sus propias peculiaridades y circunstancias. Aún así, vamos a intentar aportar algunas pistas generales que nos sirvan de guía para nuestro cometido.

- Aproximación al problema
Afirman que en cierta ocasión el genio de Albert Einstein desmintió que sus descubrimientos fueran fruto de su brillante inteligencia. De hecho, él mismo presentó diferentes problemas de aprendizaje durante su etapa escolar que lo relegaron a un plano muy discreto. Einstein aseguraba que todo el mérito no era tanto de su inteligencia sino de su perseverancia. En otras palabras tenía una gran motivación para triunfar en aquello que se propuso.
Cuando un niño se enfrenta al reto de ir a la escuela, asumir unos aprendizajes, hacer unos exámenes y aprobar, sus resultados van a venir determinados por dos grandes factores:
1- Su capacidad intelectual. Es decir, su potencial de aprendizaje.
2- Su motivación para el estudio.

Es fácil adivinar que un niño con un buen potencial de aprendizaje y una baja motivación tendrá malos resultados, haciéndose esto más evidente a medida que el niño se hace mayor ya que dependerá de más trabajo y horas de estudio. No obstante un niño con un potencial de aprendizaje normal o ligeramente bajo, pero con una alta motivación probablemente sacará adelante los cursos.
Por poner otro ejemplo, los niños calificados como “superdotados” que se caracterizan, entre otras cosas, por un elevado potencial de aprendizaje, pueden tener fracaso escolar e incluso no llegar a cursar carrera. Una de las causas es que su nivel de motivación se dirige hacia otros intereses fuera de la escuela. Podríamos pues concluir que la motivación para el estudio es el factor de mayor peso para predecir el rendimiento escolar de un determinado niño/a, si bien, es de esperar que un buen cociente intelectual (CI) facilite el aprendizaje y por ende la motivación del niño para estudiar, pero no siempre será así.


9 de enero de 2013

LOS MIEDOS EN LOS NIÑOS



LOS MIEDOS EN LOS NIÑOS


1- Introducción
Los miedos en general y cualquiera de sus modalidades en la etapa infantil suponen un fenómeno universal y omnipresente en todas las culturas y tiempos. La única explicación a esta regularidad es que el miedo debe tener un importante componente de valor adaptativo para la especie. En pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño o adolescente pueden cumplir una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial (no acercarse a ciertos animales, no entrar en sitios oscuros, etc.). Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y sus padres. El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.).

No hay duda que los miedos son evolutivos y “normales” a cierta edad, cambiando el objeto temido a medida que el niño crece y su sistema psicobiológico va madurando. La tendencia natural será a que éstos vayan desapareciendo progresivamente. En otras ocasiones, podemos hablar abiertamente de temores o miedos patológicos que pueden derivar hacia trastornos que necesitan atención psicológica (ansiedad, fobias). Establecer la frontera entre uno y otro (normalidad-patología) no siempre es fácil y dependerá mucho de la edad del niño, la naturaleza del objeto temido y sus circunstancias, así como la intensidad, frecuencia, sufrimiento y grado de incapacitación que se produce en el niño.

2- Miedo, Fobia y Ansiedad

Un niño puede sentir un miedo natural ante la presencia de un perro grande mostrándose reacio a tocarlo y manteniéndose discretamente a cierta distancia (le tiene miedo). En otro niño la simple visión del perro o su ladrido puede despertar la necesidad de correr inmediatamente, sintiendo un malestar profundo y necesitando alejarse a mucha distancia para tranquilizarse. En éste último caso no ha habido ninguna causa objetiva que pueda justificar el temor del niño (salvo en el caso de que el niño hubiera sido víctima con anterioridad de la acción de algún perro). Las expectativas de que el perro le pueda atacar cuando va acompañado de sus padres y el perro se encuentra a distancia y va atado son irracionales. A este miedo irracional le llamamos fobia.

El Niño Timido



El Niño Timido

 1-      Introducción:  

Tradicionalmente, la timidez, no ha sido objeto de grandes estudios sistemáticos ni ha merecido atención especial dentro de la psicología clínica. Podemos alegar diversos motivos. El principal, sin duda, es que el niño tímido suele ser una persona tranquila, callada, temerosa, que evita las interacciones sociales y que pese a que puede llamar la atención de padres, maestros y educadores no suele identificarse como una persona que cause o tenga problemas y, por tanto, tampoco susceptible de necesitar ayuda profesional. 

Ocurre con frecuencia que los problemas interiorizados
 (acting in o dirigidos hacia dentro) suelen ser menos aparatosos y preocupantes que los externalizantes (acting out o dirigidos hacia fuera). En el primer caso los sujetos interiorizan el problema y lo manifiestan con temores, miedo, ansiedad o depresión, mientras que los segundos los exteriorizan mediante conductas externas, disruptivas, que afectan a otras personas y, por tanto, generan mayor perturbación e interés por una intervención psicológica.