LA
DESOBEDIENCIA
EN EL NIÑO
La desobediencia en el niño está
íntimamente ligada con el problema de la autoridad de los padres y de la
tolerancia.
El concepto que los padres tengan de la autoridad, se manifiesta en
el grado de tolerancia y, por lo tanto, en la clase de obediencia exigida. Unos
padres autoritarios exigirán "obediencia ciega" por la simple razón
de "porque lo mando yo ! ; nunca reconocerán un error propio
porque "hay que mantener el principio de autoridad". En este caso, la
desobediencia es casi inevitable y con ella el conflicto.
El ejercicio irracional de la autoridad (lo que hoy se toma a risa mañana se
castiga severamente, las bofetadas repentinas sin dejar explicarse a la
víctima, gritos estertóreos o insultos) es semilla segura de desobediencia.
Pero la desobediencia puede surgir también de un ejercicio demasiado blando de
la autoridad.
El niño aprende fácilmente o intuye que puede abusar puesto que
las amenazas nunca se realizan o los castigos impuestos se levantan siempre
apenas comenzados. El problema de la desobediencia de los hijos es también un
problema de los padres que deben someter a examen su propio concepto de
obediencia y tolerancia.
A lo largo de todas las etapas del
desarrollo evolutivo encontramos ciertos nivel de desobediencia.
Alégrese de que su hijo le desafíe. Una
de las tareas principales de la niñez consiste en descubrir la estructura y el
significado de la vida, y eso se aprende en gran medida descubriendo las reglas
y normas que regulan el funcionamiento de las cosas. A medida que su hijo crezca,
su conducta será más compleja y variada y comenzará a ponerla a prueba para
descubrir las diferenciaciones más finas de la disciplina.
Su hijo no está tratando necesariamente
de amargarle la vida en forma deliberada, simplemente está poniendo a prueba los
límites que usted le impone o poniendo a prueba nuevas hipótesis acerca de la
forma en que usted puede reaccionar ante lo que él hace. Este tipo de
desobediencia puede considerarse como normal.
No debe preocuparse al menos que
su hijo lo desobedezca en forma constante. Si parece disfrutar cuando usted se
enoja y la desobedece cada vez que usted se enoja y la desobedece cada vez que
usted expresa un deseo, entonces sí debe comenzar a preocuparse.
Si un niño siempre desobedece a los
deseos de sus padres lo más probable es que se lo haya sometido a una
disciplina muy estricta, que puede haber llegado incluso a castigos severos.
Un niño totalmente obediente es un niño
que se ha dado por vencido. No muestra interés en mostrarse como es el mismo.
Sólo logra satisfacción sometiéndose a los demás. Es un buen subordinado.
Cuando crezca será un adulto pasivo carente de todo impulso, de imaginación e
iniciativa.
En el colegio son muy bien considerados
por los maestros que los ponen como ejemplo. Son muy amables, corteses y se
ganan el aprecio de los adultos.
Estos niños no tienen una infancia muy
feliz. Dado que su único deseo es complacer a los adultos muy pronto y son
incapaces de expresar su propia individualidad.
Por el contrario, un niño que
siempre se porta mal, es un niño que no ha aprendido a posponer su
gratificación, no puede renunciar al placer inmediato en espera de una
satisfacción mayor que puede lograr a través de medios socialmente aceptados.
Con frecuencia estos niños han crecido en un ambiente que no les brindó nunca
satisfacciones suficientes como para permitirles aprender a controlar sus
impulsos en espera de una gratificación mayor, diferida. O sea que para que su
hijo pueda tolerar la frustración debe aprender que obtendrá cierta
satisfacción por hacerlo. Por supuesto que su hijo nunca ha recibido recompensa
no podrá aprender a posponer la gratificación.
La mala conducta puede tener otra causa .
El niño desobediente puede haber pasado por una serie de experiencias que
alentaron la mala conducta. Por ejemplo, un maestro puede haberle puesto la
etiqueta de travieso porque le resultaba difícil tratar con él. A este niño le
resultará más fácil persistir y cumplir así las expectativas del maestro que
intentar que cambie de opinión. Por eso continúa portándose mal.
A veces la mala conducta se debe a que
el niño esta colocado siempre en situaciones en las cuales haga lo que haga el
resultado será siempre el mismo. Lo castigan si actúa de una forma y lo
castigan si actúa de otra forma.
La desobediencia también aparece en
hogares en que los padres están preocupados por sus propios problemas o que por
diversas razones les prestan poca atención a los niños. Casi obligados sólo le
prestan atención cuando se portan mal o tienen un problema muy grave. Es lógico
deducir que pueden llamar la atención de sus padres si ellos mismos están en
dificultades o si les crean problemas en forma deliberada. Sienten necesidad de
que los padres los tengan en cuenta y les impongan una disciplina. Estos niños
"desobedientes" han aprendido que llamar la atención para que los
reten es mejor que ser ignorados.
Ningún niño desea llamar la atención
buscando que lo reten si le prestan la debida atención normalmente.
¿Qué podemos hacer si
nuestro hijo es siempre desobediente?
Para empezar, indagar las razones que originan esa
mala conducta. Identificar con claridad el problema para poder resolverlo
(escasa atención de los padres, padres que aspiran a la perfección,
privación al niño de satisfacciones y privacidad cuando no cumple con
exigencias desmedidas, celos por el nacimiento de un hermano, etc).
Un niño tratado con indiferencia o
exigencias desmedidas es normal que se muestre desinteresado, carezca de
motivaciones y se porte mal constantemente. No importa lo bien que se pueda
portar o lo logros que pueda obtener, nada se le reconoce.
Los niños que siempre hacen lo opuesto a
los que se les pide
Esta actitud de los niños encubre un mensaje. Nos está pidiendo indirectamente
que se interese más en él. La conducta de oposición persistente es en el peor
de los casos un intento de contrariarla y en el mejor de los casos un medio
para llamar su atención.
El intento de contrariarla es la
expresión más directa de la hostilidad y el resentimiento del niño. A veces el
niño miente, roba o actúa con falsedad no por las dudosas
recompensas que puedan significarle estas acciones sino por el el solo hecho de
portarse mal. En general, un niño que manifiesta crónicamente estas conductas
está pidiendo a gritos que le presten atención
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