27 de agosto de 2012

HIJOS, DROGAS Y ALCOHOL


EL RIESGO DE LAS DROGAS Y EL ALCOHOL



Por principio, no rechaces o ignores los apoyos o programas que se realicen sobre el tema en el colegio de tus hijos; es más, propícialos y búscalos para estar al día sobre un problema de dimensiones enormes, que va más allá de la salud de tus hijos y que alcanza proporciones político económicas mundiales. Vivimos en un entorno propicio para las adicciones, por lo tanto, hay que estar en alerta permanente.
Por ignorancia, podemos ser cómplices de esta cultura tolerante y enferma.
Por lo tanto, este aspecto debemos tomarlo muy en serio y de frente No se trata de asustarnos y actuar irracionalmente, sino de conocerlo para reducir en lo posible sus efectos tanto sobre nosotros mismos como sobre nuestros hijos.
Hay que comprender que alguien puede ser adicto a una sustancia, conducta o persona.
Al hablar de adicciones no se deben considerar exclusivamente sustancias como las drogas, las medicinas o el alcohol. Se puede ser adicto a personas o también a conductas.


La personalidad adictiva.
Para empezar, es necesario identificar los principales mecanismos de la personalidad adictiva. Las principales expectativas, o los “servicios” que la persona espera obtener de la adicción son:

Ø  “Me siento mal y no pienso vivir esto que me desagrada; mejor lo evado.”
Ø  “Así ya no voy a sentir dolor.”
Ø  “La adicción (persona, sustancia o conducta) me ayuda a mantener el equilibrio psicológico y emocional.”
Ø  “Mejorará mi funcionamiento emocional, social e intelectual.”
Ø  “Voy a encontrar más placer y excitación.”
Ø  “Voy a obtener poder y pertenencia.”
Ø  “Aprendo más ya que estoy más sensible y receptivo.”
Ø  “Tengo mayor creatividad”.
Así, muchos padres de familia presentan, ellos mismos conductas adictivas, y sin embargo, “tienen mucho miedo de que sus hijos caigan en las drogas”. Una señora que consume diariamente pastillas para dormir, es adicta, pues dichas pastillas le dan un “servicio” de acuerdo con alguna de las expectativas anteriores. Otras personas son alcohólicas sociales y aseguran “no lo soy porque lo puedo dejar cuando quiera, lo que pasa es que no lo quiero dejar ahorita”.

Son frecuentes diversas costumbres que propician el consumo de drogas:
Darle tantito rompope al niño para que “aprenda a beber desde chiquito y luego no me lo emborrachen”; el niño se pone “chistoso” y luego busca beberse los fondos de los vasos en las fiestas para ponerse “chistoso”.
Se le da té con “piquete” a la joven que sufre dolores menstruales para que se le calmen. Evidentemente, se relaja y se duerme, es decir recibe el “servicio” del “piquete”, en lugar de buscar con un ginecólogo competente alguna solución real.
Estoy seguro que tú podrías darme muchos ejemplos más.
MOMENTOS DE SUSCEPTIBILIDAD A LAS ADICCIONES.
Es importante conocer  algunos momentos en los que alguien puede ser susceptible para establecer relaciones adictivas (con una sustancia, persona o conducta):

Ø  Cuando muere un ser querido.
Ø  En momentos de severa confusión (adolescencia).
Ø  Cuando pierde ideales o sueños.
Ø  Cuando busca identidad.
Ø  Cuando pierde a un amigo.
Ø  Cuando experimenta un fracaso grave o una serie de fracasos seguidos.
Ø  Cuando enfrenta nuevos retos sociales o aislamientos.
Ø  Cuando experimenta una frustración.
Ø  Cuando deja a su familia.
Ø  Cuando ha padecido abusos sexuales o de poder.
Ø  Cuando siente presión de otros y necesidad de pertenecer.
Ø  Por estatus.
Es importante estar al pendiente de tus hijos cuando veas que experimentan situaciones como las anteriores y ofrecerles alternativas de comunicación, desahogo o incluso terapia preventiva.
En el comportamiento humano no hay un factor “único” que determine el uso de la sustancia, persona o conducta a la que se es adicto. La adicción es una enfermedad producida por varios factores internos (psicológicos y emocionales) y externos (medio ambiente familiar, grupal y social)



Características de una persona adictiva.
Ø  Obsesiva.
Ø  Dependiente psicológica y físicamente.
Ø  Pérdida continua de control.
Ø  Baja tolerancia a la frustración.
Ø  Negación ante los problemas.
Ø  Inmadurez emocional (conforme al promedio para su edad).
Ø  Inestabilidad.
Ø  Intensidades descontroladas.
Ø  Compulsiva.
Ø  Manías (varias y continuas).
Ø  Autocompasión.
Ø  Mentira crónica.
Ø  Evasión.
Ø  Irresponsabilidad total por sus actos y sus consecuencias.
Ø  Incapacidad de asumir las consecuencias de sus actos.
Ø  Angustia.
Ø  Ansiedad.
Ø  Imprudencia.
Ø  Derroche.
Ø  Cambios de humor repentinos.
Ø  Cambios de conducta bruscos y temporales (“muy raro, acelerado o calmado”).
Ø  “Coleccionista” de resentimientos y corajes acumulados.
Ø  Miedo crónico.
Algunas de estas características pueden observarse en los hijos desde muy pequeñitos, por lo que es importante estar alertas y prevenir, en caso de llegar a enfrentar momentos de riesgo como los mencionados anteriormente. Estas características, combinadas con los momentos propicios, pueden detonar adicciones.
Los padres como primeros facilitadores / proveedores de drogas.
Otro aspecto muy importante dentro de este entorno propicio a la adicción es el hecho de que muchos padres, con la buena intención de aminorar el dolor, el sufrimiento o la frustración de sus hijos provocados por diversos factores, recurren a elementos externos (pastillas, medicinas, dulces, regalos, etc.) para reducir o eliminar de inmediato dichos dolores, sufrimientos o frustraciones.
Se recurre a un medio externo para solucionar un problema interno. El niño aprende que para eliminar su dolor, sufrimiento o frustración existe un “remedio” externo rápido. No se le enseña a procesar, trabajar, comunicar y clarificar el origen de su malestar, sólo se le da la pastillita.

Ejemplo: La niña llegó de la escuela con dolor de cabeza y triste… su mamá le da un analgésico, le dice que no pasa nada y la acuesta para que descanse, en lugar de platicar con ella y posiblemente descubrir que se peleó con su mejor amiga, o que se le cayó su lunch y no comió nada en el recreo o que la maestra le llamó la atención y se sintió frustrada. En lugar de esto, la niña sólo se toma una pastilla y se duerme. No procesa emocionalmente nada de lo experimentado; sólo lo tapa, lo evade y la mamá lo propicia.
La niña aprende que para todo mal hay un remedio externo rápido y eficaz. Al ser adulto no se plantea la posibilidad de procesar emocionalmente nada, y opta por consumir altas dosis de pastillas cuando tiene problemas con su esposo o en su vida en general.
Las frases “para todo mal, un mezcal”, “con tequilita se te quita” “Las penas con pan son menos” es una proyección de esta “solución” de recurrir a factores externos para no sentir lo interno. No se usa lo externo para solucionar lo interno, sino para evadirlo.
Salvo mediante receta médica en caso de enfermedades físicas reales, no debes proporcionarle estas ayudas externas a tu hijo y es mejor invertir un poco de tiempo, paciencia y comunicación para ayudarlo a procesar emocionalmente los problemas de la vida.
No te conviertas en el primer facilitador proveedor de drogas de tus hijos.



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