EL RIESGO DE LAS DROGAS
Y EL ALCOHOL
Por principio, no rechaces o
ignores los apoyos o programas que se realicen sobre el tema en el colegio de
tus hijos; es más, propícialos y búscalos para estar al día sobre un problema
de dimensiones enormes, que va más allá de la salud de tus hijos y que alcanza
proporciones político económicas mundiales. Vivimos en un entorno propicio para
las adicciones, por lo tanto, hay que estar en alerta permanente.
Por ignorancia, podemos ser cómplices de esta cultura
tolerante y enferma.
Por lo tanto, este aspecto debemos tomarlo muy en serio y de
frente No se trata de asustarnos y actuar irracionalmente, sino de conocerlo
para reducir en lo posible sus efectos tanto sobre nosotros mismos como sobre
nuestros hijos.
Hay que comprender que alguien puede ser adicto a una
sustancia, conducta o persona.
Al hablar de adicciones no se deben considerar
exclusivamente sustancias como las drogas, las medicinas o el alcohol. Se puede
ser adicto a personas o también a conductas.
La personalidad
adictiva.
Para empezar, es necesario identificar los principales
mecanismos de la personalidad adictiva. Las principales expectativas, o los
“servicios” que la persona espera obtener de la adicción son:
Ø
“Me siento mal y no pienso vivir esto que me
desagrada; mejor lo evado.”
Ø
“Así ya no voy a sentir dolor.”
Ø
“La adicción (persona, sustancia o conducta) me
ayuda a mantener el equilibrio psicológico y emocional.”
Ø
“Mejorará mi funcionamiento emocional, social e
intelectual.”
Ø
“Voy a encontrar más placer y excitación.”
Ø
“Voy a obtener poder y pertenencia.”
Ø
“Aprendo más ya que estoy más sensible y
receptivo.”
Ø
“Tengo mayor creatividad”.
Así, muchos padres de familia presentan, ellos mismos
conductas adictivas, y sin embargo, “tienen mucho miedo de que sus hijos caigan
en las drogas”. Una señora que consume diariamente pastillas para dormir, es
adicta, pues dichas pastillas le dan un “servicio” de acuerdo con alguna de las
expectativas anteriores. Otras personas son alcohólicas sociales y aseguran “no
lo soy porque lo puedo dejar cuando quiera, lo que pasa es que no lo quiero
dejar ahorita”.
Son frecuentes diversas costumbres que propician el consumo
de drogas:
Darle tantito rompope al niño para que “aprenda a beber
desde chiquito y luego no me lo emborrachen”; el niño se pone “chistoso” y
luego busca beberse los fondos de los vasos en las fiestas para ponerse
“chistoso”.
Se le da té con “piquete” a la joven que sufre dolores
menstruales para que se le calmen. Evidentemente, se relaja y se duerme, es
decir recibe el “servicio” del “piquete”, en lugar de buscar con un ginecólogo
competente alguna solución real.
Estoy seguro que tú podrías darme muchos ejemplos más.
MOMENTOS DE SUSCEPTIBILIDAD A LAS ADICCIONES.
Es importante conocer algunos momentos en los que alguien puede ser
susceptible para establecer relaciones adictivas (con una sustancia, persona o
conducta):
Ø
Cuando muere un ser querido.
Ø
En momentos de severa confusión (adolescencia).
Ø
Cuando pierde ideales o sueños.
Ø
Cuando busca identidad.
Ø
Cuando pierde a un amigo.
Ø
Cuando experimenta un fracaso grave o una serie
de fracasos seguidos.
Ø
Cuando enfrenta nuevos retos sociales o
aislamientos.
Ø
Cuando experimenta una frustración.
Ø
Cuando deja a su familia.
Ø
Cuando ha padecido abusos sexuales o de poder.
Ø
Cuando siente presión de otros y necesidad de
pertenecer.
Ø
Por estatus.
Es importante estar al pendiente de tus hijos cuando veas
que experimentan situaciones como las anteriores y ofrecerles alternativas de
comunicación, desahogo o incluso terapia preventiva.
En el comportamiento humano no hay un factor “único” que
determine el uso de la sustancia, persona o conducta a la que se es adicto. La
adicción es una enfermedad producida por varios factores internos (psicológicos
y emocionales) y externos (medio ambiente familiar, grupal y social)
Características de una
persona adictiva.
Ø
Obsesiva.
Ø
Dependiente psicológica y físicamente.
Ø
Pérdida continua de control.
Ø
Baja tolerancia a la frustración.
Ø
Negación ante los problemas.
Ø
Inmadurez emocional (conforme al promedio para
su edad).
Ø
Inestabilidad.
Ø
Intensidades descontroladas.
Ø
Compulsiva.
Ø
Manías (varias y continuas).
Ø
Autocompasión.
Ø
Mentira crónica.
Ø
Evasión.
Ø
Irresponsabilidad total por sus actos y sus
consecuencias.
Ø
Incapacidad de asumir las consecuencias de sus
actos.
Ø
Angustia.
Ø
Ansiedad.
Ø
Imprudencia.
Ø
Derroche.
Ø
Cambios de humor repentinos.
Ø
Cambios de conducta bruscos y temporales (“muy
raro, acelerado o calmado”).
Ø
“Coleccionista” de resentimientos y corajes
acumulados.
Ø
Miedo crónico.
Algunas de estas características pueden observarse en los
hijos desde muy pequeñitos, por lo que es importante estar alertas y prevenir,
en caso de llegar a enfrentar momentos de riesgo como los mencionados
anteriormente. Estas características, combinadas con los momentos propicios,
pueden detonar adicciones.
Los padres como primeros facilitadores / proveedores de
drogas.
Otro aspecto muy importante dentro de este entorno propicio
a la adicción es el hecho de que muchos padres, con la buena intención de
aminorar el dolor, el sufrimiento o la frustración de sus hijos provocados por
diversos factores, recurren a elementos externos (pastillas, medicinas, dulces,
regalos, etc.) para reducir o eliminar de inmediato dichos dolores,
sufrimientos o frustraciones.
Se recurre a un medio externo para solucionar un problema
interno. El niño aprende que para eliminar su dolor, sufrimiento o frustración
existe un “remedio” externo rápido. No se le enseña a procesar, trabajar,
comunicar y clarificar el origen de su malestar, sólo se le da la pastillita.
Ejemplo: La niña llegó de la escuela con dolor de cabeza y
triste… su mamá le da un analgésico, le dice que no pasa nada y la acuesta para
que descanse, en lugar de platicar con ella y posiblemente descubrir que se
peleó con su mejor amiga, o que se le cayó su lunch y no comió nada en el
recreo o que la maestra le llamó la atención y se sintió frustrada. En lugar de
esto, la niña sólo se toma una pastilla y se duerme. No procesa emocionalmente
nada de lo experimentado; sólo lo tapa, lo evade y la mamá lo propicia.
La niña aprende que para todo mal hay un remedio externo
rápido y eficaz. Al ser adulto no se plantea la posibilidad de procesar
emocionalmente nada, y opta por consumir altas dosis de pastillas cuando tiene
problemas con su esposo o en su vida en general.
Las frases “para todo mal, un mezcal”, “con tequilita se te
quita” “Las penas con pan son menos” es una proyección de esta “solución” de
recurrir a factores externos para no sentir lo interno. No se usa lo externo
para solucionar lo interno, sino para evadirlo.
Salvo mediante receta médica en caso de enfermedades físicas
reales, no debes proporcionarle estas ayudas externas a tu hijo y es mejor
invertir un poco de tiempo, paciencia y comunicación para ayudarlo a procesar
emocionalmente los problemas de la vida.
No te conviertas en el primer facilitador proveedor de
drogas de tus hijos.
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